
Principio de la frecuencia:
Establece que para que un proceso de condicionamiento llegue a establecerse con eficacia, la presentación de los estímulos incondicionales, y los estímulos condicionales deben ser frecuentes. Es decir que con un solo condicionamiento o asociación de estímulos, no es suficiente para lograr el aprendizaje.
Principio de la recencia:
La aplicación del estímulo condicionado debe ser reciente en el tiempo. En otros términos, que el sonido debe presentarse segundos antes de dar la comida, o casi simultáneamente. Nunca después o luego de pasado largo tiempo.
Principio de la extinción:
Dice que lo aprendido se extingue si los condicionamientos no son repetidos. En el caso de los perros de experimentación, si no se les da comida ninguna vez luego de presentar el sonido, éste pierde su propiedad de estímulo condicionado capaz de producir salivación.
Principio de recuperación espontánea:
Ligado íntimamente al principio anterior: si el animal extinguió la respuesta de salivación ante el sonido, y posteriormente se reanuda el proceso asociativo de los estímulos incondicionados y los estímulos condicionados, el animal recupera rápidamente el aprendizaje anteriormente establecido, no necesitando de múltiples exposiciones.
Principio de generalización:
Existe la tendencia a reaccionar con la respuesta condicionada, ante la presentación de estímulos similares, aunque no idénticos al que fue asociado con el estímulo condicionado. Ej.: si el perro aprendió a salivar con el sonido de una campanilla, salivará también con el sonido de un triángulo metálico etc.
Principio de discriminación:
Es lo contrario al principio de generalización. El animal aprende a responder sólo a un sonido determinado y no a algo similar (en intensidad, pero no en timbre).
¿Se puede condicionar también a personas?
Los seres humanos poseemos infinita variedad de posibles conexiones asociativas, aprendidas durante el curso del desarrollo. Establecemos asociaciones simples y otras más complejas en función de los diversos elementos puestos en juego. También las asociaciones varían de acuerdo a la edad, a la condición social, al sexo, a la cultura de origen, etc.
Como ejemplo basta citar:
a) La resonancia asociativa que tienen los nombres: si se trata de María, distinta será la respuesta si nunca tuve un encuentro significativo con una persona llamada así, a que haya tenido sucesivas experiencias (placenteras o no)
b) En éstos tiempos de gran consumismo, en donde los medios masivos de comunicación juegan un rol de gran importancia, estamos generando constantemente nuevas asociaciones: fumar: con prestigio, o con llegar a ser número uno; beber: con conquista, ser apetecible, etc.; desodorizar la casa, con ser buena madre, etc.
Sacado de http://www.psicocom.unc.edu.ar
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